
Mision Luterana La Epifania
By David T. Ernst, Jr.
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Mision Luterana La EpifaniaSep 18, 2022

Nadie puede seguir a Cristo en secreto
Nicodemo vino a Jesús de noche porque no quería ser visto por los otros fariseos. Temía ser denunciado como discípulo y así perder su puesto entre la clase alta. Jesús le dijo que para ser su discípulo fue necesario ser bautizado y hacer una declaración pública de fe en Él. Estas palabras de Jesús están dirigidas no sólo a Nicodemo, sin o a todos los que quieren seguir a Jesús. Desde el principio, la confesión de fe en Jesús como Señor y Salvador ha sido parte indispensable del rito bautismal. La iglesia primitiva adoptó el Credo Apostólico como su confesión bautismal. Cada vez que confesamos el Credo Apostólico estamos recordando nuestro bautismo. También se encuentran en el Libro de Concordia, como documentos fundamentales de la Iglesia Luterana, el Credo Niceno y el Credo Atanasio. La iglesia ha usado el Credo Niceno por los servicios en que se celebra la Santa Cena. Se sugiere que en este día se use el Credo de Atanasio en lugar de los otros credos porque el Credo Atanasio es muy claro y completo y incluye advertencias contra el rechazo de la doctrina de la Santa Trinidad.

Derramaré mi Espíritu sobre todo carne
“Y será que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros viejos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.” Esta profecía de Joel se cumplió, en cuanto a su comienzo, en el gran día de Pentecostés, como también afirma Pedro en la introducción a su poderoso sermón pronunciado ante los asombrados habitantes de la ciudad de Jerusalén. Joel había profetizado que en los últimos días el Espíritu Santo sería derramado sobre todos los hombres. Dios revelaría su voluntad no solo a los profetas, sino a todos los hombres. El hablar en lenguas no fue el desencadenamiento momentáneo de una emoción efervescente sino la obra del Dios eterno. Fue el resultado no del vino, sino del Espíritu Santo. La predicación de Cristo, que fue iniciada por los humildes pescadores de Galilea, se ha difundido por todo el mundo, reuniendo en sí a su Iglesia de entre todas las naciones del mundo. Hijos e hijas, ancianos y jóvenes, siervos y siervas, reciban el don del Espíritu Santo. Y aunque la obra del Espíritu no se manifiesta de la misma manera que en los primeros días de la iglesia, en visiones, en sueños, en profecía, sin embargo, el Espíritu vive en los corazones de los creyentes, les da el conocimiento de Jesucristo, su Salvador, y los insta a hablar de aquello en lo que creen tan firmemente, y a invocar el nombre del Señor. El derramamiento del Espíritu es el último de los grandes milagros de Dios hasta el gran día de su regreso al juicio. Mientras tanto, tenemos el consuelo de que nuestra salvación está segura en Él.

No miremos al cielo ni el futuro
"No toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad" (Hechos 1:7) Sólo el Padre conoce cuándo su Hijo regresará en gloria Las especulaciones están fuera de lugar. Jesús, verdaderamente resucitado de entre los muertos en forma corporal, reina como Rey de reyes ahora y para siempre. Los mil años en que Satanás será atado debe ser entendido como número simbólico que indica el periodo entre la ascensión y la segunda venida, que es la época de la iglesia. No debemos tener miedo del diablo, porque no tiene poder sobre nosotros. La primera resurrección en Apocalipsis 20:5 es el bautismo. La segunda resurrección ocurrirá en el día final como el rapto descrita en 1 Tesalonicenses 4:16-17.

La oración es intercesión
El sexto domingo de Pascua se llama Rogate en latín. Rogate significa la oración, entonces la oración es nuestro tema para hoy. Primero, vamos a ver que dice San Pablo en su primera carta a su discípulo, Timoteo. San Pablo comienza 1 Timoteo 2:1-8 con la exhortación a la oración y la piedad se fundamente claramente en la voluntad de Dios. La invitación es a hacer oraciones de todo tipo. En los cuatro tipos de oración, súplicas o peticiones, acciones de gracias, alabanzas y intercesiones, consiste el sacerdocio de todos los creyentes, también se llama el sacerdocio de todos los bautizados. Todos los revestidos en la justicia de Cristo en el bautismo pueden acercar a Dios en la oración, pero solo ellos. También en Juan 16:23-30, tenemos esta promesa: “De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.”

El don del Espíritu Santo
La luna puede tener sus fases y el sol sus eclipses, pero nuestro Dios resplandece sobre sus hijos espirituales en una gloria sin oscurecimiento. La Fórmula de Concordia, Declaración Sólida, Artículo VIII:49: “Ya que no hay variación con Dios, Santiago 1:17, nada fue añadido o quitado de la esencia y propiedades de la naturaleza divina de Cristo a través de la encarnación, ni la naturaleza divina fue intrínsecamente disminuida o aumentada por ello.” Porque Dios por naturaleza no cambia, su Palabra es seguro y también nuestra salvación. De los muchos dones espléndidos de Dios, el apóstol nombra el más alto y mejor: Porque Él lo quiso, nos engendró por la Palabra de verdad, en la persona de Jesucristo, también en las Escrituras, el testimonio de los profetas y apóstoles. Las confesiones luteranas también enfatizan una y otra vez que el Espíritu Santo actúa por medio de la Palabra predicada y los sacramentos y no aparte de ellos. Esto está de acuerdo con lo que dice Jesús en nuestro evangelio para hoy, Juan 16:5-15. "Pero cuando el Espíritu de verdad venga, Él os guiará a toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber las cosas que han de venir."

Yo voy al Padre
"Un poco más, y no me veréis; y otra vez un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre." (Juan 16:16-22) Las palabras de Jesús, “Yo voy al Padre”, significan que Jesús va a entrar en una vida nueva y eterna. A través de su muerte Jesús entrará plenamente en su reino. Que Cristo salió del Padre, o fue enviado por el Padre, no significa nada más que Él, el verdadero Hijo de Dios desde la eternidad, se hizo un verdadero hombre y se reveló en la tierra en la naturaleza, esencia y forma humana, se permitió ser visto, oído, sentido, comido, bebido, dormido, trabajado, sufrido y muerto, como cualquier otra persona. Nuevamente, que Él va al Padre, eso significa que Él será glorificado por su resurrección de entre los muertos, que Él está sentado a la diestra de Dios y reina con Él en la eternidad, como Dios eterno y todopoderoso.

Habrá un rebaño y un pastor
Nuestro texto para el tercer domingo de Pascua es Juan 10:11-16. Uno solo puede llamarse “el Buen Pastor” porque hay uno solo que ha dado su vida como sacrificio por las ovejas. Entonces, ¿por qué hay pastores en la iglesia hoy en día? Sabemos por causa de otros pasajes del Nuevo Testamento que nuestro Señor instituyó un oficio de la predicación de la Palabra y la administración de los sacramentos. También mandó a los apóstoles entrenar otros para apacentar las ovejas y busca para las esparcidas. La misión de la iglesia es para buscar a las ovejas esparcidas y guardarlas en el rebaño hasta el día que Cristo venga.

Hechicerías, las drogas y el aborto
Ahora se han desarrollado nuevas drogas para producir el aborto químico en lugar de la cirugía. Existe mucha controversia sobre la seguridad de estas drogas para las mujeres que los usan. De todo modo, el aborto por pastilla no es medicina, sino asesinato y también brujería, según Gálatas 5:19-23

La paz y el perdón
La Pascua de Cristo no es solo un día, sino una estación que comienza el Domingo de Pascua y dura 50 días hasta el Domingo de Pentecostés. En el segundo domingo de Pascua, el 16 de abril, recordamos el octavo día después de la resurrección cuando el Señor apareció a Tomás, para mostrar las marcas de la crucifixión (Juan 20:19-31). Había visto a su Señor resucitado, Tomás creyó y quedó satisfecho y feliz. Pero es cierto en todo momento que la bienaventuranza y la felicidad de la fe perfecta no descansan sobre las evidencias de los sentidos ni sobre los sentimientos y la razón, sino sobre la Palabra del Evangelio. Personas que dudan el amor y de la presencia de Dios en sus vidas, muchas veces se lamentan: Si yo hubiera visto al Cristo resucitado tendría una fe más firme y una esperanza más segura. Para tales personas, la historia de la duda de Tomás es un llamado para andar por fe y no por vista.

Así que celebremos la fiesta (1 Corintios 5:6-8)
Algunos luteranos el Jueves Santo reemplazan la liturgia histórica con la Eucaristía disfrazada del séder, que es como los judíos modernos llaman a su cena anual de Pascua. Piensan que esto es lo que celebraron Jesús y sus discípulos, y puede ayudar a los cristianos a entender a Jesús en la Pascua. Los cristianos bien intencionados pueden creer que el judaísmo rabínico es lo mismo que el judaísmo de la época de Jesús. No es así. La Santa Cena fue instituida en el contexto de la Pascua de los judíos pero no es igual. Cuando los cristianos se reunían para celebrar la Santa Cena en la iglesia primitiva, no sacrificaban un cordero. El mismo Cordero de Dios ha sido inmolado, de una vez por todas. No quisiéramos ni podríamos ofrecer otro sacrificio. Ahora celebramos solamente la propia fiesta del Cordero como fue instituida y ordenada por Él.

En bautismo hay la promesa de nuestra resurrección

Más que el rey de los judíos
Los romanos acostumbraban escribir en un letrero o cartel el crimen por lo cual un prisionera moría. Este letrero se amarraba al cuello del condenado o se clavaba en la madera de la cruz sobre la cabeza del reo. Por eso, “escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz. Y el escrito era: JESÚS DE NAZARET, EL REY DE LOS JUDÍOS.” Esta era una forma de venganza por parte de Pilato, el gobernador romano, quien consideraba a Jesús como un tonto inofensivo y quería que los judíos sintieran que ese hombre era el rey apropiado para ellos. Pero lo que proclamaba Pilato en son de burla de las esperanzas mesíanicas de los judíos era verdad. Jesucristo realmente era y es el rey de los judíos. Sin embargo, fue la voluntad de Dios poner este mismo título sobre la cabeza de Jesús. Este Jesús de Nazaret que fue crucificado por los judíos es en verdad el Rey de los judíos en el mejor sentido de la palabra, el Mesías de Israel. Este Mesías traería la salvación a todas las personas del mundo entero. Por el tormento de su cruz y por su amarga muerte, Jesús ha expiado completamente las transgresiones del mundo. Y este hecho debe darse a conocer a todas las naciones de la tierra, para que puedan poner su confianza en su Sustituto que murió en el Calvario.